miércoles, 14 de noviembre de 2012

Pero ya no depende de mí, sino de ti.

Querida Gin-tonic:
Es el momento de escribirte lo que nunca fui capaz de decirte, aunque sea tarde. Describir lo que ha sucedido en una carta que no te voy a mandar, que no vas a recibir nunca, que como tú me enseñaste en cuanto acabe de escribirla, la quemaré, mis sentimientos se pondrán a arder, y así el dolor, ¿cómo era?, ¿cómo decías tú? Ah ya, así el dolor no se te queda tan dentro. Esta vez solo quiero ser claro. Sería un imbécil si no gritara que me he equivocado, contigo, que la he cagado pero bien, desde el principio. Que he intentado avanzar sin apartar antes las cosas que me lo impedían, agarrado al pasado, mirando para atrás, queriendo olvidar pero sin parar de recordar. Qué locura, Gin. Empeñado en quedarme ahí, en medio de un lado y el otro, sin perdonar, sin perdonarme, sin avanzar. ¿Dónde está ese reto del futuro, Gin? Puede que esté en fijarse bien y en avanzar. Mirar más cerca, más, tan cerca que lo borroso se vuelve nítido, se vuelve claro. Hay cosas que pasaron antes, mucho antes. No quiero esperar milagros, solo que las cosas pasen. O no. Sí. No. Sí. No. Sí. No. Yo ahora lo tendría claro, pero ya no depende de mí, sino de ti. Te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario